Se despertó, era tarde, sus padres debían de haberse ido a trabajar hacía ya un buen rato. Estaba ella sola en la habitación, pero se oía ruido de fondo, el sonido de una televisión encendida. Era Lidia, la hermana de Pablo, que estaba frente al sofá viendo dibujos animados. Era increíble la atención que le prestaba aunque era evidente lo bien que hablaba y entendía el francés, teniendo en cuenta su corta edad. -¿Dónde esta Pablo?-. - Ha salido, ¿Has pasado aqui la noche?- No, llegue temprano y me quede dormida.-Mintió. En ese momento llegó Pablo de la calle.-Buenos días, veo que ya estais despiertas. He traido unas creppes. Estaban muy buenas, apesar de la gran cantidad de chocolate que ponía el chef Paolo. Cuando terminaron de comer, Marie se puso en pie: -Voy a casa, a cambiarme la ropa y quitarme el pijama, gracias por todo. Sonrió. El le sonríe también. -¿Volverás? dice Lidia. - Claro, lo he pasado muy bien- Pablo le acompañó a la puerta. -Si no quieres estar sola, baja y haremos algo juntos, ¿vale?
Se sentó sobre su cama, su cabeza daba mil vueltas, su mejor amigo, el amigo que le llamaba princesa, el único que le comprendía estaba dormido profundamente, y ella mientras tanto perdiendo el tiempo. Decidió ir al hospital, necesitaba verle.
Seguía tal y como lo dejó, pero decidió sentarse a su lado. -Hola Marco, te he echado mucho de menos.- Se entristeció al no oir respuesta, por un momento se creyó que le escuchaba como siempre lo había hecho. Los parpados de Marco empezaron a tiritar, intentaban abrirse.
